Comenzó cuando mi mamá papá y yo nos fuimos a Oaxaca el 17 de diciembre, llegamos el 18 a Oaxaca porque hicimos escala en México y ahí tardamos unas horas. Llegamos a las 7 de la noche y fuimos a saludar a mi abuelito, él estaba muy emocionado porque habíamos llegado, a las 8 fuimos a saludar a mis otros abuelitos, ellos también se emocionaron al vernos.
Mi
hermana llegó después, ella todavía no salía de vacaciones y llegó con una tía.
Cuando ella llegó dijimos que queríamos una pizza y fuimos a una que nos
quedaba muy cerca de donde vivían nuestros abuelitos. Lo que pasó fue que
estaba cerrada. Al otro día era igual, estaba cerrada y no abrían.
Llegaron
unos primos y a mí me emocionó mucho porque así ya no estaría aburrida, jugaba
con mi prima y como hay no había señal íbamos al internet que nos quedaba muy
cerca.
Había
unas canchas y ahí íbamos a jugar futbol. Un día de esos yo y mi prima fuimos
al centro de San Miguel el Grande a comprar cohetes para la navidad, pero no
nos aguantábamos así que lo que hicimos fue tronarlos e ir por más y más. Fuimos
a una dulcería a comprar dulces para unas piñatas pero le preguntamos a mi
abuelito si él tenía unas ollas que ya no quería. Nos dijo que sí y lo que
hicimos fue elaborar nuestras propias piñatas de barro. En la navidad rompimos
6 piñatas, 4 de barro y 2 de cartón, y ya se acercaba el día que tendríamos que
venirnos de vuelta a Tijuana y no probamos la pizza.
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