Por Paulina y Jazmín Flores Morales
En una esquina de Casa
de las Ideas encontramos una panadería, se podía percibir el rico y delicioso
olor a pan recién sacado del horno. Al entrar vi que salía la dueña de la panadería,
muy sonriente y muy agradable. Me fascinó el lugar. Cuando nos vio entrar
mandaba por unos ricos y deliciosos tacos. Cuando se iba, el niño le preguntó
de nuevo a su madre que cuantos tacos, ella le había contestado que dos cada
uno. No había pasado ni un minuto cuando al niño se le ocurrió preguntarle otra
vez y ella le contestó: ¡Ya lárguense! Ese momento me dio un poco de risa y la
señora se empezó a reír también.
Yo iba a lo mío, le hice algunas preguntas y
ella me contesto cortésmente. Le pregunté qué comida le gustaba más y me contesto
que la comida italiana. Al terminar con las preguntas nos despedimos deseándole una excelente tarde.
Saliendo del lugar nos
fuimos con el puesto de la verdura donde mi hermana, cuando estaba
entrevistando a la señora de la fruta miré cada fruta partida y cómo la echaba
en una bolsa, luego limón y chile. Había distintas frutas y verduras. Me daban
ganas de agarrar un fruta preparada. Luego entro una muchacha escogiendo
verduras como tomate, limón y chile.
Antes de haber ido a la
panadería nos encontramos a un señor cansado y muy sudado, le preguntamos si le
podíamos hacer unas preguntas y él nos había dicho que sí. Alcanzamos a preguntarle solo una cosa, en ese momento
pensé que iba un poco apresurado y no le dio tiempo de contestarnos las demás.
Le habíamos preguntado qué tipo de comida le gustaba y él nos contestó apresurado
que no le gustaba nada
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